Historia del Submarino de Guerra descubierto en Mochima

 

El Biólogo Pesquero Rodolfo Plaza fue protagonista de este hallazgo en el año 1977

 

La UDO era una fiesta. Teníamos profesores exigentes, venidos de todas partes del  planeta, cada uno con su idiosincrasia y sus maneras de enseñar. Estaba Quechaba Bath,  Hindú, Profesor de Botánica y curandero y mejor amigo. Pir Nazir, Paquistaní, Profesor de Parasitología, descubridor de parásitos y encubridor de realidades. Antulio, el joven profesor cumanés. Reyes el biólogo marino caraqueño. Okuda, el oceanógrafo mental, de Tokio, macsotay (celier decibiau), el oceanógrafo vidente, norteamericano, Plaza el profesor de literatura, un surrealista, Ecuatoriano. Isidro Bermúdez, el amigo expedicionario Maracucho, profesor de Fito plancton,  Alexis Molina, profesor de materias extraacadémicas  Director de deportes, graduado en el pedagógico miembro honorario de CASUB, Hugo profesor de baile, venido de España. En resumen tenia profesores de toda partes.

El edificio de ciencias estaba en el borde del terreno que ocupaba la universidad y en el otro extremo estaba el  oceanográfico, dejando el espacio central para las oficinas de administración, control de estudios y para las carreras  sociología y antropología y  administración. También había  un gran salón de actos, donde se producían las graduaciones  y las reuniones estudiantiles.

Los salones de clase y laboratorios de química y física y biología se encontraban en el edificio de ciencias, donde recibíamos clases. CASUB tuvo su propio local a partir de 1974. Los profesores de ciencias daban clases en los salones o laboratorios de los 4 pisos del edificio de ciencias,

En una oportunidad, el 23 de Marzo de 1983, escuchaba clases de botánica sistemática con el profesor Bath, cuando, Rogelio Figueroa, el mochimero, interrumpió la clase, buscándome. Y gritando dentro del salón –Esta Rodolfo Plaza, es urgente—dijo– El profesor lo vio con cara de pocos amigos inmediatamente dirigió su mirada inquisitiva hacia mí. Tuve que salir a hablar con Rogelio. –Tienes que venir a Mochima, Hay una emergencia, un barco de arrastre se le atoro el arte de pesca en el fondo y no sale de ninguna manera…. Ok, ok… termino la clase y nos vamos a buscar mis cosas.– Quince minutos después estábamos en camino con mi  yip comando  al hotel  Villa mar .Solo necesite un par de minutos para recoger mi esquipo de buceo. En pocos minutos estábamos en la carretera, rumbo a Barbacoas. Era marzo, el Rio Tacal tenía poca agua y en la casa de María Rosa (vidente, curandera), la gente hacia colas en la entrada. Rápidamente hicimos la cuesta a Plan de la mesa y al caserío de agua fría. Para después iniciar el descenso a Mochima, alejándonos de la carretera principal. El desvió a Mochima, que tiene 5 kilómetros, lo mando a construir Wolfang Larrazábal en agradecimiento al pueblo que lo escondió y probablemente le salvo la vida, durante las protestas que siguieron al 23 de enero de 1958. El pueblo tenía una sola calle y una quebrada bajaba desde la montaña.  Esta desemboca a la mar al comienzo del pueblo, por el este, surtía de agua al pueblo y era el causante de inundaciones.

Rápidamente llegamos al bar de Rogelio, un hijo de Ana nos esperaba en el muelle con un peñero. El lugar del accidente estaba cerca a menos de media milla del pueblo, entre la punta de los muerto y punta Camaiguana. Era un barco de pesca, arrástrelo, lo que llaman una rastra.

Llegamos al costado de la embarcación, y le dije a capitán que debía detener el esfuerzo de los motores, y mantener la atención de las guayas en mínimo. Y que las pusiera lo más vertical posible y luego que pudiera en neutro los motores… Mientas el barco hacia maniobras empecé a armar mis equipos. Unos pantalones de hacer surf, una franela de algodón, un visor con snorkel un tanque de buceo de acero de 10 litros un regulador sin segunda etapa ni consola, las aletas, guantes, una linterna sumergible, y un cinturón de pesas. Ese era mi equipo en aquel tiempo. Cuando todo estuvo listo, de acuerdo  a mis indicaciones, salte del peñero y me acerque a la guaya de arrastre sujetándola con la mano derecha. Antes de comenzar el descenso, le hice señal a Rogelio, que vigilaba atentamente, desde el bote, que todo estaba bien y comencé el descenso, siempre sujetando la guaya. El agua estaba muy turbia y fría, el viento movía continuamente la rastra. Cuando llegue al fondo, este se oscureció  aún más. Entonces me di  cuenta que ya estaba en el fondo y sumergido en varios metros de fango. Era un fango muy fimo que debido a la mar movida se levantaba y tapaba toda visión. Seguí bajado hasta que me tropecé, con el botalón de la rastra y la red. Me quite el guante izquierdo y metí la mano para palpar que había allí. Definitivamente era una estructura de hierro alargada. No podía hacer nada más. Ascendí a la superficie lo más lento que pude. Cuando Salí a la superficie el capitán estaba inclinado en la  borda de la rastra y le comunique entre gritos, lo que pasaba– Capitán, el arte de pesca capturo una estructura grande de hierro. El botalón inferior, es imposible llegarle, el superior está atascado en lo que parece una estructura alargada, no sé lo que es. Todo el asunto está a 23 metros de profundidad y a 4 metros  dentro del fango. —Está bien, gracias por el esfuerzo—me dijo–

En realidad, el asunto, había sido un esfuerzo que no fue remunerado. Gane experiencia, si, y a partir de ahí, empezamos a usar trajes de buceo y mejorar los equipos, pero esa es otra historia.

Esta inmersión se la conté a Roberto y a Alcides pero siguió siendo un secreto. Por aquella época ocurrió lo del ejército invadiendo a Mochima. Mis amigos estaban muy ocupados haciendo trabajos submarinos y yo me la pasaba leyendo libros de buceo para mejorar la clases que debíamos dar para cumplir con las exigencias de la extraacadémica de la UDO que se llamaba Buceo I

El día del Submarino. Costeau y casub

Después de regresar del Estados Unidos de Norteamérica, en 1979, trabajaba para el ministerio de la juventud. Habíamos arreglado el tema del buceo, organizando un curso internacional para la formación de instructores de buceo de CMAS conjuntamente con la FVAS en 1979. El logro de un sello de calidad para los cursos de buceo fue una victoria del ministerio de la juventud  Conjuntamente con la FVAS. Al comienzo de 1980 topos los clubes universitarios impartían cursos con certificado CMAS y FVAS.

Además realizábamos expediciones a diferentes partes del país. En una oportunidad estaba reunido con instructores y miembros del grupo de CASUB en el bar de Rogelio. Solíamos hacer esas reuniones como antesala para ir a bucear  o como ocurría en esos momentos, nos preparábamos para salir en unos días rumbo a Cubagua, a trabajar con Costeau y su gente, en un Proyecto del ministerio de la juventud. Charles, el ministro de la Juventud, me había pedido organizar un grupo de buzos para ese proyecto. Estábamos  afinando los preparativos en el bar de Rogelio y Ana cuando vimos llegar a la Calipso, el barco de nuestros sueños, el barco de Costeau. Sabíamos que estaban anclando en el muelle de cumana, trabajando en unos proyectos con la gente del oceanográfico, que tenían que ver con  la Fosa De Cariaco, pero no nos imaginábamos que un domingo  vendrían a Mochima. La Calipso hecho anclas frente al bar de Rogelio. Vimos bajar un dingui y acercarse al muelle del bar con 5 personas a bordo. Al desembarcar pudimos darnos cuenta que eran los franceses, buzos de los libros de Costeau. Se acercaron a donde estábamos. En el grupo que estaba reunido en el bar estaba. Anchon Galán, que hablaba francés, Pedro Franco, Alcides Román, Roberto Egañes, Toni Muñes y yo.

–Que los trae por Mochima?, Preguntó Anchon en un francés paturro. Los franceses no necesitaban presentación, pero logre reconocer a Yan Michel, a Filipo  y a Falco. Todos saludamos. Estábamos en torno a una mesa,  parados. Por fin Falco dijo y Anchon traducía:– Muchachos, andamos detrás de la pistas de un submarino hundido en la Bahía de Mochima. Un compañero de ustedes nos trajo hasta aquí, Felipe. Su mama es pariente de Madame Costeau— Automáticamente todos giramos la vista a la mar y ahí estaba, Felipe el francés saludando desde el Calipso– Ustedes no saben, algo sobre eso del submarino?, insistió Falco. Todos nos miraron, con expresiones de negación. Roberto —dijo esta el Vapor de las Caracas, la gabarra, pero no conocemos sobre un submarino—Roberto me hecho una rápida mirada, (con él había compartido mi secreto) y entonces le dije dirigiéndome y a Falco y levantando una mano—Yo sé dónde puede estar el submarino—Todos voltearon a verme y entonces procedí a contarles la historia, de cuando tuve que explotar las razones  del porque una rastra de pesca, había perdido el  aparejo. Ese hecho había ocurrido en 1973. Desde entonces nadie había preguntado por el submarino. Roberto y yo habíamos guardado el secreto. Estábamos seguros que lo que se encontraba hundido allí cerca, era algo grade, pero en un momento ante la presencia de aquellos franceses famosos  del equipo de Costeau, nuestros héroes, los argumentos de secreto se desvanecieron, en medio de un murmullo de los franceses. — Puedes llevarnos allí— dijo Falco—Visiblemente emocionado. Y todos mis compañeros me miraron, respire profundo y dije —Vámonos ya–.

Esperamos a que recogieran el dingui en el calipso, y nos embarcamos en él El Traficante, el bote de Rogelio. Dimos una vuelta en torno de Calipso, saludando a Felipe y vimos al capitán Costeau, tiste y sombrío, en la borda de babor. Apenas respondió a nuestro saludo. Pero sabíamos lo que le pasaba. Había perdido a su hijo menor hacía dos meses en un accidente con un helicóptero. Nos dolió verlo así pero él estaba en el calipso, era porque “el show debe continuar”.

El calipso levanto anclas y nos siguió, no sin ante tocar las bocinas de la embarcación. Los guiamos a punta Camaiguana, que es un pequeño cabo que se adentra en la bahía ocultando toda visión desde la boca. Cuando estuvimos en el sitio, me pare en la paneta de la proa del traficante e hice indicaciones a la gente del calipso para que buscaran en ese lugar y nos fuimos en el traficante a pescar.

No pasamos más de dos horas pescando. Teníamos curiosidad de lo que,  había escaneado con la Calipso. Llegando por el lado de estribor, los hombres que estaban en la popa nos hicieron señas indicando que habían  tenido éxito,  levantando el dedo índice. Felipe, el francés grito: –Lo encontramos.– Nos acercamos, yo estaba parado en la proa mostrándoles una langosta de   5 kilos .Cuando nuestro bote se amadrino, alce la langosta y entregándosela a falco le dije – parra madame Costeau. Estaban contentos y se escuchaban aplausos, y el típico ulala de los franceses.  Tenían un alboroto y decían cosas que no entendíamos. Le pregunte a Anchon –Que dicen –Le pregunte—están diciendo que encontraron el submarino y te dan las gracias por la langosta, que nunca habían visto una  tan grande. Felipe también estaba en la borda y nos felicitaba por la operación.

Nos alejamos de la  Calipso. No deseábamos ser impertinentes, sabíamos que la familia Costeau Había perdido a Michel.  Nos fuimos rumbo a Mochima. Al llegar, en seguida empezamos a arreglar los equipos para irnos a Cumana, pero el regreso la Calipso y eso nos detuvo. Esta vez no echaron anclas y se acercaron en el dingui tres buzos. Eran falco, Yan Miches y flipe. Se bajaron nos llamaron para que nos acercáramos a una mesa, y falco extendió un papel grade sobre ella. Anchon tradujo falco hablo y, mirándome dijo: – lo encontramos exactamente donde tú dijiste, es un UXXIII es la operación de búsqueda más rápida que hemos hecho. El salvataje es otra cosa. Les dejamos ese “trabajito para ustedes”. Falco reía y también Anchon. Todos los de CASUB hablaban al unísono, maravillados.

En el papel se veía la figura de un submarino decía las coordenadas, la profundidad, y los metros de fango que había sobre el submarino.– Es un UXXIII– dijo falco, enrollando el pequeño tesoro, me lo entrego, diciendo:– “les toca a ustedes sacarlo”—dicho esto se despidieron y caminaron hasta el dingui. Nos quedamos allí en el borde  del agua esperando la partida de la Calipso. Yo sabía que  volveríamos a vernos en el proyecto de Cubagua que sería en unos días.

Al fin podía empezar a hilar historian. Gonzalo Lemus. Cumplió su palabra, pero la historia de los submarinos se había regado como pólvora y  luego se olvidaron misteriosamente. Lo que María Goya vio hundirse no era una balandra, fue el submarino. Los jóvenes altos y catires que vio don Rafael, no era encantados. Fueron los 7 tripulantes del Submarino. El almirante vestido de blanco impecable, tenía razón, Había un submarino hundido en alguna parte, menos mal que lo escuchamos. De cuales de los submarinos era Capitán el Capitán borrachín? La interrupción de las clases del Dr. Bath por Rogelio Figueroa trajo sorpresas para  los miembros de CASUB. Finalmente nuestro contacto con la gente de Costeau, y el alumbramiento de mi secreto, permitió  verificar lo que ya sabíamos. Faltaba saber cómo ese submarino había acabado hundido en las aguas de la bahía. Hubo que esperar 6 años más para saber la historia de la escuadra alemana del oro nazi.

Autor Rodolfo Plaza

Biologo Pesquero de la UDO

mochimarafting@hotmail.com