La Historia de la Propela de la plaza de Mochima

Por: Rodolfo Plaza

Cuadro ocurrió esta historia, ya habíamos dado con el submarino. Yo trabajaba para la industria petrolera, educando al los buzos de la industria y haciendo manuales de buceo. De ves en cuando aterrizaba en mi casa de Mochima y me reunía con mis compañeros de CASUB para ir a bucear o para llevar clientes de los cursos de buceo Aprovechábamos ese tiempo para recordar las historia de cuando estudiábamos en la UDO.

Un día en que el mar estaba en calma, y nosotros buceábamos en el Vapor de Las Caracas vi una propela atada a la segunda cubierta. Una tormenta que había ocurridos dos semanas antes, la puso al descubierto. Revisándola me di cuenta que la propela tenía un aspa rota y que había sido cambiada y puesta, sujeta con cadenas, en la cubierta colapsada de Vapor. Mientras la miraba, allí, atada, sobre la cubierta del vapor me propuse, sacarla la próxima vez que volviera a Mochima, desde Maracaibo. Cuando regrese al peñero, le comunique a Giomar mi hallazgo. La próxima vez que vuelva, sacaremos la propela- le dije.-

El día llego, fue en septiembre, de 1992. Es agua estaba clara, y caliente, la visibilidad era estupenda, pero había que organizar la estrategia.

El vapor de las Caracas, es un pecio que se hundió en 1905 en aguas que hoy pertenecen al Parque Nacional Mochima, está hundido en la costa la Caracas del este la más oriental, del grupo de tres islas, a media milla de la Playa la canoa, y casi en frente de la playa de la Canoíta, a una milla marina del Bajo de las caracas, en la punta conocida como al punta del vapor. Es uno de los puntos preferidos de buceo de CASUB. El Vapor tiene 80 metros de eslora y 40 de manga. Al cubierta está colapsada, y sobre ella se pueden observar una maraña de hierros retorcidos, guinches, poleas, todo está confundido, entre corales, octogonales, percebres,y almejas.

Lo que conocí del Hundimiento del Vapor, lo supe por boca de don Telesforo y don Delfín Subero Ruiz que eran pescadores que Vivian en Los Jalcitos y en la Anegada, caseríos de la isla mayor de las Caracas, he aquí el relato de don Delfín.:

Teníamos 5 años cuando Iba el Vapor navegando de Trinidad a Puerto Cabello. Era una noche de tormera. El vapor navegaba bien pero el capitán se acercó a la costa para proteger la embarcación. En un momento dado cuando estaba frente e estas islas, tropezó con el Bajo de la Caracas, en su parte más llana (dos metros). En el varamiento soltó una plancha situada cerca de la proa y se empezó a hundir. El capitán maniobro para salvar la embarcación. Logro zafarla del varamiento y enfilo en medio de grandes olas hacia la costa. No logro llegar, la embarcación se hundió frente a la playa La Canoa muy cerca de la costa de la isla de barlovento. A penas a 200 metros de la canoíta.

Llevaba un cargamento de copra A la mañana siguiente cuando salió a pescar cabañas con su padre, desde la Anegada, vieron a lo lejos los dos tubos del vapor que sobresalían de la superficie de la mar. Miles de conchas de coco, flotaban, sin rumbo fijo. El Vapor yacía en hundido en mar y 10 hombres pedían auxilio desde la Paya de la canoíta.

El rescate del capitán y su tripulación ocurrió a las 24 horas del hundimiento. Los hombres hambriento, alguno heridos, fueron trasladados a Cumana, en peñeros a Vela.
El páter lo dio el capitán del vapor que había salido con mi padre a Cumana ese mismo día, desde la Anegada. Así se salvó la tripulación el barco. Pero como nada es lo que parece, un rumor corrió por los muelles del puerto. Que si el barco traía oro, que el barco traía un cargamento de whisky. La noticia llego a oídos de “Marrón”, buzo de escafandra, buscador de perlas, y “solucionador y rescatador de las cargas que se caían de Muelle o de los barcos al agua.

Una buena mañana, Marrón salió de cumana con su equipos de buceo su compresor y un equipo de hombres dispuestos a a rescatar el cargamento que fuera. Después de una estadía en la anegada en casa de los Suberos, en la Anegada, se decidieron a ir al rescate.
Esa mañana que fueron al rescate, estaban anclados sobre la bodega de carga, el mar estaba agitado. Dos hombres hacían funcionar el compresor manualmente y Marrón, buceaba al final de una manguera de cuero sacando cajas de whisky, metido en la bodega. El peñero a vela se movía mucho, la mar estaba brava.

En aquella época se buceaba con la escafandra, no como tu buceas
– lo interrumpí- y dije: Con el casco hermanos Deanes o con el cabezote de Augusto Siev, no había la seguridad para el trabajo de buceo que hay hoy en día.

Prosiguió don Delfín: En un momento dado y por el atore de sacar las cajas de whisky de la bodega del vapor, se cerraron las compuerta del depósito, produciendo el colapsando la manguera de aire Allí se ahogó Marrón No pudieron salvarlo Los hombres regresaron con la gran pena de la desaparición del mejor buzo de cumana.
Y las cajas de whisky?- Pregunte- Unos días después los pescadores de la Caracas fueron al lugar del hundimiento, a rescatarlas. No pudieron hacerlo porque la armada, que ya estaba en el lugar, no lo permitió.

Hay muchas historias de ese vapor pero la principal es la que se llevó a cabo con el rescate de la propela que estaba sujeta a la cubierta del vapor.

Entre todo el pueblo de Mochima y el grupo de CASUB de la universidad de Oriente, se estableció una cooperación que termino con la construcción de la plaza de la propela.
Formamos una una comisión formada por Fredy Navarro, Roberto Engañes y yo el agua estaba clara, y caliente y como suele ser en octubre y septiembre. La mar estaba en calma y esperándonos. El rescate, sería una colaboración entre mochimeros y los buzos de CASUB,. Íbamos a necesitar herramientas, globos de aire de aire, una grúa, y sobre todo tanques de buceo.

Los tanques de buceo los conseguimos en un barco escuela que en aquel tiempo pernoctaba en Mochima. El capitán era amigo mío y nos facilitó los tanques de buceo.
Yo viaje a Caracas a conseguir un globo de aire de 2 toneladas y cuando volví, junto con Orangel, jefe civil del pueblo, construimos una balsa formada por 6 barriles y pontones de madera, frente a mi casa de Mochima. También conseguimos tanques de buceo con la impresa, Tecnimar de Tony Núñez y Carlos Flores.

Al fin llego el día. Fuimos con cuatro peñeros de mochimeros, Los Días, los Figueroa, los Lemus, los Rodríguez. Los López, Los Suberos, Los Ruiz y los Patiño cada familia tenía a alguien comprometido en el salvataje. También estábamos yo y los 7 compañeros buzos de CASUB. En las embarcaciones cargamos los equipos de buceo, herramientas la plataforma con pontones que sostenían a los barriles de 200 litros, la bolsa de aire y mecates gruesos para la operación, bombonas de buceo, sándwiches y bebidas.

Pasamos por la ensenada del báquiro donde estaba anclado el barco escuela a recoger más tanques de buceo. El capitán de barco, que era un velero de dos mástiles, pidió acompañarnos, en seguida los mochimeros empezaron a hacer chistes, que traiga el Whisky- decían. Yo busque la mirada de Orangel, para tener aprobación. Su sonrisa y un movimiento de su cabeza me dieron la respuesta. El capitán no hablaba castellano así que en esa madrugada con la mar en calma, el capitán se sentó el lado de Roberto Engañes y Fredy Navarro. Giomar navegaba el Traficante, las bombonas de buceo iban en la proa y sobre ellos los aparejos de barriles. Otros botes nos seguirían en aquella mañana de Septiembre.

Pronto pasamos por punta mangle quemado y punta Camaiguana, donde está hundido el submarino. En unos minutos más llegamos a la entrada de la bahía, a la derecha se veía la pared de guaigua, a la izquierda la pared del Aguirre, y en frente, a lo lejos, al norte, ya se podían ver los cerros de Macanao y al sur la caleta de la Garrapata. Doblamos hacia el Aguirre y seguimos hacia Manare. Pasando la piedra de la vaca, llegamos a punta cruz que es la entrada a la bahía de Manare. En esta caleta ya no esperaban los pescadores a los jureles. En unos bajos a la entrada de la Bahía, estaba Capo, el jefe del lance de Manare. Estaba pescando. Roberto y yo nos levantamos sobre la paneta, para saludarlo. El hizo lo mismo, se paró en el bote y grito.- Rodolfo para dónde carajo vas con esos barriles? – A pescar un sueño le respondí- di la vuelta y me senté a ver como se acercaba a medida que navegábamos la punta y el farallón de Tente no caigas. Al sur se veía la caleta escondida, de donde se podía ir caminando a la Playa de la Cuica. Cuando estábamos pasando por el farallón de Tente no caigas que se llamaba así porque en lo alto del hay una piedra de muchas toneladas que hace equilibro y se sostiene precariamente en otra piedra pequeña, bien sujeta al farallón. Recode la historia de Humboldt que hizo de este lugar durante una navegación rumbo a Barcelona en diciembre de 1799. La piedra parece desafiar todas las leyes de la física. Al dejar este lugar que en su lado sur tiene una cueva, donde se puede entrar con un peñero, entonces, aparece en la distancia la primera de las islas Caracas, llamada isla venados, y que presenta en su cara más norte, unas estructuras de piedra que recuerdan a campanas, por eso se le conoce como Punta Campanario. Al pasar esa punta vemos el canal que separa isla Venados de la isla mayor donde está la anegada, caserío donde vivió don Delfín. Por este canal navego Humboldt rumbo a Barcelona y a Caracas según consta en: Viaje a las regiones equinoxiales del sur. Navegando por el norte del isla grande de las Caracas, o isla del medio, se llega a una playa de piedras, que va en ascenso alta que se convierte en un alto farallón, que se conoce como El Taguarumo”. Esté farallón se encuentra en la posición más norte de la isla caracas del medio. Es el farallón más alto de la parte Oriental del parque nacional Mochima. Al fondo del acantilado, en una pequeña caleta, se encuentra la playa del Taguarumo. Al atravesar, esta playa, donde un gran tesoro fue desenterrado en 1974, se divisa a lo lejos la punta del Vapor, en la otra isla, un canal profundo las divide. Antes de llegar a la otra isla, la más occidental del grupo de Las Caracas, hago observar a Roberto y a Tony la posición de los restos de un cementerio español y en el paso entre las dos islas, en la isla, occidental, la Playa Macabí.
Al fin llegamos, y anclamos sobre el Vapor de Las caracas, directamente sobre la propela. La cubierta colapsada de vapor se encuentra a 8 metros de profundidad. Con la mar en calma se puede observar el final de la proa que sobresale en la superficie del mar. La embarcación tenía 80 metros de eslora. En la mitad de la eslora se puede observar la bodega donde murió Marrón, y un guinche grande, al lado del cual, en todo el medio de la manga, del pecio se encuentra la propela que nos disponemos a rescatar. A 3oo metros se ve la playa de la canoíta y al fondo de la caleta, la playa de la canoa, ambas rodeadas por montañas.

Entonces, sin perder tiempo, empezamos el primer rito que hacemos los buzos cuando nos dedicamos a esta tarea: Vestirse con trajes de buceo, ponerse el visor, las pesas el tanque de buceo, y finalmente las aletas. Repasamos las tarea que le correspondía a cada quien. Tony y Roberto dirigían la operación, aunque allí se encontraba el gran maestro, Pedro franco. También estaban Regulo Farías, Jorge calvo,( el Bobi)y Alcides Román y Fredy Navarro y Teodoro y Juancho que eran buzos de tecnimar. Todo compañero de CASUB. El agua estaba clara y se sentía caliente, la mar estaba tranquila, el silencio que se sentía, era interrumpido por el golpe suave de la mar sobre las piedras de la punta del vapor. Los otros peñeros se dedicaban a pescar, siempre pendientes del rescate, Menos el de Orangel días que permanecía amadrinado al de Giomar Lemus, atento a la seguridad de la operación.

Lo primero fue poner a flotar los aparejos de los barriles. Siete buzos caímos a agua por diferentes pates del bote el octavo Fredy, permanecería en el peñero, ocupándose de la seguridad y ayudando a los buzos con la inmersión. Nos dirigimos hacia el sitio de la propela. Esta se veía grade, de seguro varios cientos de kilos, sin contar los corales que tenía adosado a las astas a lo largo de decenas de años de olvido.

Cada quien tenía una tarea que cumplir. Pedro el gran maestro de buceo, y Fredy, el biólogo permanecerían en el bote y se encargarían de la seguridad El Bonbi fue a pescar en apnea con Juancho y Teodoro. Toni, Roberto regulo y Alcides, se ocuparon de las tapas de los barriles para que todo el aparejo se hundiera sobre la propela. Yo me ocupe de pasar un malacate por entre las aspas. Cuando tuvimos los barriles al lado de la propela, sitio que Alcides y el Bonbi, Teodoro y Juancho, limpiaron de escombros, colocamos, los barriles sobre la propela y empezamos a echar aire en los tambores con dispositivos que preparamos especialmente para ello, usando el aire proveniente de tanques de buceo adicionales que traíamos traído para ese fin. Se hizo evidente que el aire de todo el tanque de buceo,no alcanzaría para terminar la operación ese día. Decidimos dejar sujeta a la propela el aparejo de los tambores, y planeamos volver en la madrugada del día siguiente con más tangues de buceo y el globo de dos toneladas que había proporcionado el Bonbi, para la operación.

El regreso a Mochima lo hicimos planeando el trabajo que nos esperaba. Primero estaba la cuestión del aire de los tanques. El capitán Brown del barco escuela, que regreso en el peñero nuestro, se ofreció a darnos más tanques de buceo y a llenar los tanques nuestros con su compresor. Tony haría otro tanto y yo con el compresor mío aportaría otro grupo de bombonas. Usaríamos al traficante, (Peñero de los Figueroa) para transportar todas las bobonas de buceo, También estaba el tema de la grúa para sacar la propela a tierra. Llevaríamos de vuelta al lugar de la operación, las sierras y hachicoras, previendo que la propela estuviera aun sujeta con cadenas. Esta había sido una proposición de Roberto que al día siguiente salvaría el rescate de la propela.

Dejamos a míster Brown, en la caleta del báquiro, y nos fuimos a Mochima, los 5 peñero que andaban con el traficante.
Todos mis compañeros de CASUB, menos Roberto y Fredy se fueron a Cumana con la promesa de regresar de madrugada. Yo me sete con Roberto y Fredy en la puerta de mi casa a hablar del Submarino alemán y de su posible rescate.

En la madrugada el olor a café inundo todos los espacios de la casa. Los perros ladraban y los mochimeros, se movilizaban, trayendo los motores de sus casas al embarcadero. El viento estaba en calma, una tranquilidad indecible se movía entre las sombras. Nos sentamos a esperar a nuestro grupo. Fueron puntuales. Tomamos café y hablamos del submarino y las posibilidades de sácalo de las profundidades de la bahía. Café y un buen desayuno, preparo Eva, la dive Master de la posada de los Buzos. Ella tenía dos clientes y no nos podía acompañar. Pero al final se las arregló para ir con los clientes a bucear al vapor.

Estábamos juntos, y listos para realizar el salvataje. Pedro el gran maestro de buceo, dueño de una compañía de salvataje, Tony Núñez y Alcides Román y el Bonbi que también eran dueños de empresas de buceo comercial establecidas y estábamos, los biólogos, e instructores de buceo, Roberto Engañes, Fredy Navarro y Regulo Farrias, Éramos instructores CMAS- FEVAS también nos dedicábamos al buceo comercial o recreativo. Tambien estaban Teodoro y Juancho, buzos profesionales.

Nos reunimos en el muelle de los Lemos, todavía estaba oscuro, y dimos las últimas instrucciones para el salvataje. Algunos botes llegarían sobre la 10 de la mañana para ayudar a remolcar la propela. Debían traer suficiente mecate o cuerdas, y algo para comer, y nosotros llevaríamos una cava llena de cervezas y sándwiches preparados por Eva Duvua.

Pasamos por la Báquira a recoger, tanques y al capitán, y emprendimos el rumbo a la punta del vapor.

No eran ni siquiera las 6 de la mañana cuando, salimos de la Bahía. Algunos botes iban troleando cabañas, y así nos fuimos acercando a la punta del vapor. Anclamos al lado de la propela. Una rápida observación de pedro indicaba que el aparejo con los tambores, habían perdido aire. Al Bonbi ya Fredy les toco llenarlos de nuevo, pero la propela no se movía a pesar del empuje de los tambores A Roberto y a mí nos toco, amarar el globo de dos toneladas a la y al propela, y y al aparejo de los tambores. Roberto estaba listo para échale aire al globo. Cuando lo hizo, los barriles se movieron, hacia la superficie, produciendo un sonido ronco y dejando al descubierto y estiradas, 4 gruesas cadena que sostenían la propela. Pedro y Tony permanecían en la superficie, tomando cervezas a las 10 de la mañana. De pronto pedro nos pidió que regresáramos a la superficie para discutir un problema de seguridad. -Deben quitarle aire al globo-dijo,- así evitaremos que todo el paquete salga a la superficie sin control. Dejamos sin aire el globo y empezamos a romper las cadenas con las hachicoras, Roberto, Alcides y yo.

Estaban todas las cadenas rotas, la propela flotaba. Alcides le hecho aire al globo y la presión que ejerció sobre los tambores, termino por romper la cadenas y elevar a la superficie, el paquete con los barriles y la propela. Todos los que estábamos buceando, nos apartamos. El peñero se había retirado un poco pero mantenía con malacate amarrado a popa los barriles. Ascendimos con mucho cuidado y Nos vimos rodeados por 20 peñeros y los ocupantes, turistas y mochimeros. Algunos, quitaban de alegría.

Nosotros también estábamos felices pero, sabíamos que faltaba lo más dificil de la tarea: trasportar la propela a Mochima. Vi a Pedro, levantando la cerveza que tenía en la mano y brindando por nosotros. Cuando se calmaron los mochimeros, Tony había amarrado la propela en la popa del Traficante. Ahora viene lo bueno- dijo- y pedro le escuche decirle a Orangel cuyo bote estaba amadrinado al traficante: ahora les toca a ustedes y va a ser lo más dificil- Tenía razón, como lo haríamos?, en eso vi llegar a Rogelio con Eva y los clientes buzos. .Te dije que lo arreglaría, voy a meterlos a bucear, con cuidado cuando ustedes se vallan- dijo-.

Orangel decidió formar “dos trenes de peñeros”. Cada embarcación en frente del peñero de atrás se encargaría de reforzar su empuje. Se organizaron en dos filas de cuatro embarcaciones a motor cada una. Mientras los buzos, terminábamos de llenar los tambores y el globo de aire,, los mochimeros se fueron organizando, bajo la supervisión de Orangel.

Eva ya estaba en el agua con dos buzos esperando que partiéramos a Mochima. Cuando eso ocurrió, vi como las cabezas de los buzos desaparecían en el agua y solo una pequeña boya marcadora se movía alrededor del pecio. Ocho peñeros arrastraban la propela que parecía pesar toneladas. El grupo avanza muy lentamente por una mar tranquila. Los Dioses, estaban con nosotros.

La mar permaneció tranquila todo el tiempo durante nuestro regreso a Mochima. Los equipos de buceo venían en un bote, en el traficante llevábamos 4 equipos por si acaso debíamos echarle aire al globo o a los tambores.

Cuando llegamos al Taguarumo decidimos bucear para buscar alguna langosta, mientras “la procesión” con la propela seguía la navegación.

Había una visibilidad de más de 20 metros. Apenas estamos al agua, Fredy Tony y yo, vimos una nasa grandísima, llena de peces. Subí a la superficie y le comunique a Giomar lo que habíamos visto- esa es una nasa robada ningún pescador hecha una nasa aquí-. Saquémosla, -dijo- y dicho esto me paso una soga con un garapiño. En seguida bajamos a 10 metros donde estaba la nasa y la amarre. Vimos desde el agua, Alcides y yo, cómo, entre todos ayudaron a Giomar a montar la nasa en la proa de bote, estaba muy pesada. Al quitar el amarre de la punta, cientos de peces cayeron en la parte delantera de la embarcación. Había pescado para todos los que fueron a trabajar. Pargos, meros, loros, morenas y peces pequeños. Pedro y Tony se encargaron de apartar las morenas, y de devolver al agua a los peces pequeños. Cuando estuvimos listos arrancamos. El grupo remolcador todavía iba entre punta campanario y tente no caigas.

Continuamos escoltando a la comitiva de la propela. Se hizo de noche, entes de llegar a manare. Tuvimos que Bucear un par de veces para echarle aire a los tambores. A las 9:30 divisamos por primera vez las luces de Mochima. Llegando a Mochima vimos que una gran cantidad de gente, Mochimeros que estaban aglomerada cerca del muelle de Francis.
La aventura de la propela había terminado. (o tal vez no), Cuando la Propela toco el fondo de la bahía en frente del pueblo y los botes que se habían ido retirando uno a uno, se quedaban al lado de la única embarcación que arrastraba la propela, la de Orangel .Todos gritaban y hablaban en voz alta, eran las 10 de la noche del 22 de noviembre de 1992. Todo el pueblo estaba reunido en ese sitio, grandes y pequeños, Se dijeron discursos, se hicieron planes a futuro, alguien dijo ahora vamos por el submarino- construyamos una plaza para la propela.- y así fueron los Mochimeros proponiendo ideas para el pueblo. Orangel dio un discurso y nos agradeció a los buzos de CASUB, especialmente a Rodolfo, que en casi mochimeros por el esfuerzo realizado por nosotros” y se comprometió a hacer una plaza que se llamaría La plaza de la propela.

Esa noche estaba tomándome una cerveza, celebrando con Roberto, y Fredy, cunando pasos caminando por el porche de la casa, Juan Patiño, el poeta del pueblo. Juan había sido uno de los que contribuyo a remolcar el tesoro al pueblo. Estuvimos hablando un rato, y luego me dijo dijo te tengo una sorpresa, cuando regrese te la muestro- Me lo imagines escribiendo una poesía, referida a los hechos del rescata de la propela.. Y no me equivoque.

A la mañana siguiente, de madrugada, fuimos a Cumana a buscar una grúa en la camioneta de Fredy. Regresamos al pueblo con la grúa. Esta era necesaria para que nos ayudara e remolcar la Propela a tierra. Entramos al agua de nuevo Roberto y yo a bucear para quitarle los apárenos a la propela. Terminado este trabajo, Muchos mochimeros llegaron para asistir a la última parte del rescate. Entre Roberto y yo, hicimos un buen estrobo, conéctalos el aparejo de la guaya, y dimos la orden de sacar la propela, desde el agua, con nuestros equipos puestos, por si acaso algo salía mal. Y ocurrió El aparejo de la grúa, la pluma, se dobló. Había que una buscar otra grúa. Salimos de agua y fuimos a Cumana, en la Camioneta de Fredy, y hablamos con Pedro. El soluciono el problema.

En menos de dos horas estábamos de regreso en Mochima con una grúa 750 de un amigo de Pedro y con el. Yo pague la grúa. Alcides y Tony vinieron, también al pueblo. Roberto y yo volvimos al agua para conectar la guaya del aparejo de la grúa, y esta vez en medio del asombro de muchos mochimeros, y grandes aplausos, por primera vez, la propela estaba en el muelle frente a mi casa. Era un monstruo de propela y pesaba cientos de kilos y más por los corales que tenía pegados, por años de crecimiento sobe las aspas de la propela.
Ese día 23 de septiembre, debía tomar un vuelo a Caracas, mi hermana se casaba, pero esa es otra historia, aunque debo decir que llegue a tiempo, para la fiesta. Todo el tiempo que duro la fiesta, pensaba en los mochimeros y en los compañeros de CASUB.

De Caracas tuve que volver a Maracaibo, aún quedaban algunos manuales por hacer y cursos que dar. Volví a Mochima 3 meses después, y efectivamente, Juan Patiño, me tenía una sorpresa. Era una poesía referida a la propela de la plaza.

La propela estuvo en tierra, frente a mi casa, dos años hasta que Orangel cumplió su promesa y construyo una plaza para poner la propela.

Esta está situada a 80 metros de la posada de los buzos, en el cruce de calles En ella se puede leer en una placa de bronce en el pedestal de la propela la poesía de Juan Patiño:

Los Buzos de CASUB y el pueblo de Mochima
Donaron a la plaza una propela
Me parece una novela lo que en aquel tiempo pasó
Y se los voy a contar
Voy a proceder con mi cuento a la mayor brevedad
Lo cierto es que Marrón, el buzo, se ahogo
Cuando un dinero y whisky, buscaba
Y Las puertas se le cerraron
Sin encontrar la salida
Allí fue su despedida
Pero el recuerdo quedaba
Iba desde Cumana
el famoso cargamento
Pero creo que un mal tiempo
y el compás que se disloco
Fueron las causas de su perdición
y allí termino su viaje
El monstruo que naufrago
Juan Patiño, cantautor de Mochima
Rodolfo Plaza, Buzo de Mochima