Enrique La Marca anda descubriendo y bautizando los «Cuatromiles Andinos»

Siguiendo con las conversaciones vía Zoom con los personajes del deporte de aventura en el país, tuvimos la grata sorpresa de escuchar a un hombre poco visible en las redes, a no ser por su profesión de Biólogo con reconocimientos en el país y en el exterior, pero que nos mostró una faceta que pocos conocen, su pasión por las montañas, y su trabajo junto a un equipo muy especializado, empeñados en documentar con todo detalle y para la posteridad, la grandeza de nuestros picos, los de la Cordillera Andina, donde están todos los llamados “cuatromiles” de nuestro país.
Nos referimos al profesor Francisco Enrique La Marca Gutiérrez, quien comenzó por describir lo que hace y el equipo que lidera:
“El proyecto se llama ‘Donde Venezuela Toca el Cielo’, y trata sobre las cumbres más elevadas de Venezuela, específicamente lo que son picos, y un pico se define como una cumbre de más de 4 mil metros, con una prominencia de por lo menos 40 metros”.
“Entonces estamos trabajando con todos los picos, esos cuatro miles más elevados de Venezuela, y la cuenta ya va en 141 picos, lo cual es bastante notorio si uno lo compara por ejemplo con toda la suma de países en Europa Occidental, que debe andar como en 46, y nosotros tenemos como dos tercios más que ellos, que toda Europa junta”
“Las bases que tenemos nosotros, las fuentes oficiales, son los mapas de Cartografía Nacional, producidos por la División de Cartografía Nacional del Ministerio de Obras Públicas”.
“Las cartas geográficas más recientes que tenemos nosotros son las de la década del 70 del siglo pasado, entre 1.974 y 1977, basadas en fotografías aéreas tomadas en la década de los años 50, y se podrán imaginar la cantidad de errores o imprecisiones que tiene eso, y no ha sido actualizado”.
“A nosotros nos ha costado muchísimo reconstruir todo eso, y ahora las bases que tenemos son las imágenes de satélite proporcionadas por la NASA, que tiene unos programas bien interesantes en donde podemos ver la topografía total, en un principio trabajamos con la topografía de radar, el sistema de topografía por radar de la NASA, el SRTM, pero últimamente cambiamos a un sistema de la NASA en asociación con una organización japonesa, y con la cual tenemos los mapas con una precisión de 3 metros, o sea que nosotros estamos produciendo la cartografía más actualizada que existe, si de esto se enteraran gobiernos interesados, pudieran contratarnos, porque tenemos todo un equipo de cartógrafos especializados, lo nuestro no es Enrique La Marca nada más, es un montón de personas involucradas en esto, y nunca sabemos cuándo va a acabar, porque siempre aparece un pico nuevo o algo más, y de lo que nos estamos dando cuenta ahora es que los picos que quedan sin nombrar, porque no tienen nombre ni en la cartografía nacional, ni en libros, ni en registros históricos, y ni siquiera los baquianos lo saben, son aquellos que están en los sitios más recónditos, en las situaciones más alejadas, y es ahí donde vamos a encontrar esas sorpresas de esas paredes o esos cañones que todavía existen por ahí, estamos viendo cosas fantásticas…”
Descubriendo y bautizando picos
Les voy a contar una anécdota aquí para que entren en el caso: yo llego un día y le digo a Marcus Tobia ´Marcus ¿te interesaría subir a un pico que no tiene nombre?’, y dijo que sí de una vez porque es un tipo que siempre ha sido receptivo con el proyecto y es fantástico el ánimo y el entusiasmo que tiene. Me dijo “claro Enrique cómo no, tu solamente dime dónde es”, y le dije claro chico, lo tienes aquí frente a tu Campamento Sagarmatha, está aquí en la Sierra Nevada de Santo Domingo, ojo, Sierra Nevada de Santo Domingo era el nombre oficial de esa zona porque era una sierra nevada. Bueno, la Sierra de Santo Domingo, que tampoco ese era el nombre original, era Sierra de Mucubají, pero esa es otra historia”.
“Le digo a Marcus y él se va en una expedición de tres días, el primer día llega y sube hasta casi cerca del Mucuñuque, un poquito más allá del pico Mifes, y hace campamento, y en la mañana cuando se despeja, porque en la montaña generalmente en las tardes se cubre todo de neblina y nubes, se tapa, y en la mañana cuando se despeja ve un pico frente a él y dice caramba aquí lo tenemos, y se va con un grupo que son los guías que él está formando, un grupo fantástico, se van y escalan el pico, cuando llegan arriba se dan cuenta que hay un pico mucho más lejos, imagínense, el pico en donde ellos estuvieron no tiene nombre, después le colocamos el nombre de pico Mucubají, y lo que ellos estaban viendo era el pico nuevo que yo les había dicho, llégate allá y lo vamos a bautizar Pico Blumenthal, que fue un famoso geólogo suizo prácticamente desconocido en Venezuela, pero es el que inició las actividades alpinísticas en el país, él subió un pico que denominó Pico Turmero en la Sierra de La Culata, después subió el Pico Mucuñuque, fue el primero que lo ascendió, y después estuvo casi cerca de ascender el Pico Bolívar, y luego fue al pico Campanario, es decir, se barrió toda la Sierra como ninguno lo había hecho en su época”.
“Entonces llega Marcus con sus muchachos, asciende a ese otro pico que no tenía nombre, pero luego sigue y llega a una base de una formación rocosa impresionante de paredes casi verticales, y él manda al Dron a darle una vuelta para ver si consigue una vía de acceso fácil o relativamente más sencilla para poderla escalar, y no la consigue, entonces tuvieron que hacer algunos puntos para que la escalada fuera más segura, hicieron cumbre y fue fantástico”.
“Entonces fíjense, tantos años y el pico permanecía escondido, porque verdaderamente está escondido, no se ve desde la carretera, si estás arriba en el Mucuñuque ves apenas un trocito, escondido por las otras montañas, entonces hay que caminar, hay que hacer expediciones, hay muchos picos nuevos que escalar y que bautizar, pero necesito que sea gente que se comprometa y conozca bien lo que hace”.
No era Pan de Azúcar
“Mi primer ascenso a una montaña fue en la sierra de La Culata en el año 1976, estábamos con un gran interés en subir el pico Pan de Azúcar, entonces subimos todo el Valle de La Culata, hicimos campamento en Barro Negro, esos campamentos así con una tiendita a dos aguas, que había más agua adentro que afuera, y uno prácticamente dormía como en un charquito, más o menos calientico, pero agua al fin y al cabo. Y así se dormía, sin equipo de ningún tipo, simplemente ibas como un excursionista”.
A la mañana siguiente vimos ese pico que para nosotros era el Pan de Azúcar, pero era toda una montaña con un flanco, una vertiente cubierta de arena, impresionante, e hicimos un ascenso en una directísima, de una vez hasta arriba, hicimos cumbre, y al hacer cumbre yo llevaba una filmadora súper 8 milímetros que se la había quitado a mi papá, y grabé todas las montañas desde arriba, nos granizó en la cumbre, luego nos regresamos , y mira, no fue sino hasta hace unos cuatro o cinco años atrás, que toda esas películas las digitalizamos, y me di cuenta que no habíamos ascendido ningún Pan de Azúcar, porque la película, y ya la van a ver editada, se veía primero el Pan de Azúcar, luego en la pared del frente se veía el pico Mazamorra, el Pico Mina de Hierro, en otra parte se veía el Agua Blanca, y en su base una laguna triangular”.
“A todas estas uno concluye que por supuesto nunca ascendimos al Pico Pan de Azúcar, sino a uno que ahora nosotros denominamos Pico Tucaní, que en las revisiones más recientes las del 2001, se bautizó como el gemelo del Pan de Azúcar, esas son de las coas que uno vive”.
Susto que no se olvida
“La otra anécdota fue la de mi primer ascenso al Pico Bolívar, que fue el 17 de diciembre de 1979, y subimos por la Garganta Burgoin, que era por supuesto el Glacial enorme, y yo llevaba mi filmadora, porque iba filmando todo, y de esa época tengo mis grabaciones de los glaciares de ese momento, todo un documento histórico que todavía no lo he subido a las redes, pero lo interesante de esta anécdota fue que casi llegando al Collado arriba que une el picacho con el Abanico, se me cae la filmadora, íbamos solo tres personas y sin cuerdas subimos, únicamente haciendo escalones con el piolet y claro llevábamos los grampones, pero sin cuerdas”.
“Y se me cae la filmadora, yo iba en el medio de los tres, y el que venía atrás la agarra y yo dije Guao, se salvó la filmadora, me la entrega, pero cuando la intento poner a funcionar, nada que funciona, reviso y me di cuenta que se le había caído una de las dos baterías que usaba, y no pude grabar más. Siempre me ha gustado hacer grabaciones a dondequiera que yo iba pero me perdí de grabar ese primer ascenso al Pico Bolívar”.
“Después nos regresamos por la Weis y después de La Ventana nos quitamos los grampones, cosa de locos, era mediodía, con buen sol y los tres nos los quitamos, pero me he resbalado y me he dado un buen susto, de esos que ahí uno siente miedo de verdad, miedo de resbalar por la Cara Norte del Bolívar y terminar quien sabe dónde”.
“Afortunadamente me recordé del curso del Grupo Andino de Rescate que decía que la mejor maniobra para uno autorescatarse cuando se cae en un trozo de hielo, en un glacial, es clavar el piolet, lo hice y los demás me ayudaron a salir de esa situación”.
“Pero la ruta estaba nevada parcialmente, con nieve más o menos solidificada, y yo no me pude parar, tenía todavía el miedo y me temblaban las piernas, me bajé sentado por buena parte de la ruta, y con las nalgas congeladas, entonces se podrán imaginar cómo fue”.